Uno de los pasos preliminares para abordar el autoconocimiento, radica en aflorar lo que
albergamos en el inconsciente (el 93 % del nivel neurológico humano) y hacerlo estar presente en nuestra parte consciente (7%). Los valores y creencias son esenciales en esa tarea.
Las creencias son las certezas que tenemos en relación a una cosa, aquello a lo que damos crédito. Son juicios de valor, que hacemos sobre nosotr@s mism@s, sobre los demás y sobre el mundo que nos rodea. Controlan nuestro pensamiento, afectan a nuestro cuerpo, a las decisiones que tomamos cada día, y en ellas fundamentamos la necesidad de “tener razón”, ya que hemos invertido personalmente en ellas, y eso nos da seguridad y también, una -falsa sensación de que controlamos la vida. Por ello, es importante vigilar que nuestras creencias nos favorezcan y nos ayuden, porque siempre vamos a encontrar motivos para justificarlas y para construir sobre ellas nuestra verdad.
Podríamos hablar de creencias potenciadoras (aquellas que “abren puertas” y posibilidades) y limitantes (las que nos impiden alcanzar objetivos, las que se encuentran detrás de los conflictos y el sufrimiento).
Tenemos buenas noticias: es posible controlar nuestras creencias, en lugar de que ellas nos
controlen a nosotr@s, testándolas y transformando aquellas que nos estén limitando y/o
perjudicando a nosotr@s y/o a nuestro entorno.
Eso si queremos. Sólo si queremos.
Para finalizar, una creencia potenciadora:
“Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no se lo permites” Eleanor Roosvelt
Y por si aún no lo conocéis, un vídeo a través del cual entenderéis el poder del “Efecto Pigmalión”.
Deja una respuesta