El pasado martes en el taller emociones del proyecto Awake-Gasteiz, tratamos sobre cómo gestionar nuestros miedos, enfados y tristezas.
Creo que, en general, tenemos mucho miedo a sentir tristeza y tratamos de evitarla no hablando ella, porque nos genera sufrimiento, nos desactiva.
Eso es lo que he percibido en este grupo de jóvenes adolescentes, que si bien tienen sus motivos para sentir tristeza, les cuesta expresarla en palabras.
Un buen amigo mío suele decir que Tristeza sería el nombre de la emoción que nos embarga por la pérdida de un tiempo que ya no volverá y que no recuperaremos.
Pues sí, tristeza es el sentimiento que marca físicamente la despedida, el darnos cuenta del quebranto que suponen años de ausencias, tristeza también es la renuncia que suponen los besos que no hemos dado y las palabras que nunca dijimos.
La tristeza hace que el ahora sea un momento infinito, esa química que hace que el presente cobre relevancia, si la vivimos como una oportunidad de avance, que es de los que nos habla la tristeza, de valorar lo perdido, darnos tiempo y afrontar la vida y avanzar sin aquello o sin quien hemos perdido.
Tal vez por eso, durante el taller conseguimos vivirla con naturalidad con un video que nos habla de los duros momentos de la despedida a una madre, pero con un registro de agradecimiento y amor.
Con ese mensaje, pudieron experimentar cómo podemos manejarla y cómo vencer al miedo a la tristeza con algunas emociones contrarias; alegría, entusiasmo, motivación, felicidad, ilusión, optimismo, y la importancia de dar los besos y abrazos que haya que dar y decir las palabras que haya que decir…con amor.
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