La serenidad

En la aventura que emprendimos juntos, esta semana hemos visitado la isla de la serenidad, el lugar dentro de cada uno de nosotros que nos permite encontrar nuestra esencia, nuestros recursos y nos regala la capacidad de actuar en nuestras vidas y dejar de reaccionar a lo que nos pasa por la inercia, o la costumbre , o por lo que la emoción, o por lo que nos decimos, o creemos que tenemos que hacer.

Comenzamos descubriendo el concepto de la serenidad, identificando sus cualidades y características en las personas que consideramos serenas, para identificar a partir de ahí que nos impedía estar serenos en el día a día.

Descubrimos que todos teníamos un punto en común en la pérdida de la serenidad, las emociones, que cuando nos gobiernan nos hacen hacer y decir cosas que no son serenas y con las que no nos sentimos bien. También vimos la descarga y la relajación de soltar a través de ellas las cargas y tensiones diarias, llevándonos el regalo de darnos cuenta que podemos usar otras formas y maneras para deshacernos esas tensiones y cargas diarias, o de expresar y experimentar esas emociones sin utilizar a otros como nuestro «basurero» emocional.

Aprendimos a identificar las emociones, en nuestro cuerpo, y que cada uno sentimos y vivimos la emociones de forma diferente. Vimos que tienen un propósito, que es ayudarnos a algo y también comprobamos lo bueno que es estar sereno para poder sentirlas, verlas y escucharlas, para identificar su mensaje y poder apartarlas para hacer lo que queremos hacer y no lo que hacemos a través de ellas o con la excusa de vivirlas.

Todo esto lo hicimos viviendo un teatro en el que fuimos adoptando distintas emociones y nos sentimos actuando desde cada emoción ellas y experimentamos que unas nos abrían oportunidades y otras nos cerraba y nos aislaban,… que podíamos elegir desde qué emoción hacer las cosas y cuál es la emoción que más nos enganchaba y que nos aportaba


Las facilitadoras del taller hicimos una escenificación de todo lo aprendido a través de un teatro mudo, sin palabras, en que utilizamos agua, arena y piedras y distintos coladores y nuestros/as aventureros/as no sólo supieron captar el mensaje además realizaron un bonito resumen de todo lo aprendido e identificaron el colador de emociones que tienen hoy en día y el que quieren tener y se marcaron como nuevo reto comenzar a cambiar ese colador para poder utilizar el que quieren en cada momento, en función de la textura o forma de la emoción.

Para finalizar, como cada uno tiene que construir su propia herramienta, vimos algunas formas de gestionar emociones y vivir la serenidad, escritura, pintura, respiraciones, meditación, … experimentando a través de una visualización la serenidad que podíamos vivir y alcanzar en ese momento.

Una gozada de taller y un aprendizaje maravilloso.

¡GRACIAS!

Montse, Inma y Garazi

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